El deporte profesional es uno de los más beneficiados con los avances de las neurociencias. Las técnicas de entrenamiento cerebral para optimizar el desempeño son muy efectivas y su desarrollo va en aumento. A la recíproca, las neurociencias se benefician día a día con la generosidad de los deportistas que aceptan que su cerebro sea estudiado, caso de Lionel Messi y otros profesionales de élite.
La sinergia entre el entrenamiento mental y el entrenamiento físico está dando resultados extraordinarios en el mundo entero, y ha sido comprobado que todos los deportistas pueden “cambiar su cerebro” para lograr un rendimiento de alto nivel mediante procesos auto dirigidos que se apoyan en el desarrollo de neuroplasticidad y neurogénesis.

Por su parte, las neurociencias han corroborado en una gran cantidad de experimentos que la práctica de un deporte constituye una de las formas de activación cerebral más completa, ya que involucra tanto la esfera cognitiva como la emocional y la motora.
Por ello, los deportistas experimentados tienen una conducta más armónica entre decisión-acción y movimientos de anticipación con relación a los no experimentados.
Por ejemplo, las imágenes obtenidas con resonancia magnética revelaron que las habilidades de los futbolistas de alto nivel residen en que activan más áreas cerebrales ante jugadas clave (en comparación con los demás) y que, con un entrenamiento de alta calidad, los deportistas semi profesionales pueden desarrollar un mayor nivel de actividad neuronal para anticiparse a los movimientos de su rival.

El entrenamiento cognitivo proporciona herramientas avanzadas para desarrollar mayores habilidades viso espaciales y motrices, mejora la memoria (de jugadas propias, rivales e instrucciones técnicas), optimiza los sistemas atencionales, particularmente la atención dividida, que es imprescindible para decidir estratégicamente una jugada en milésimas de segundo, y garantiza la concentración. En conjunto, es un recurso altamente eficaz para evitar las dispersiones que pueden generar las conductas de rivales, árbitros, jueces de línea (etc.) y de los espectadores mismos.

Asimismo, y dado que en la mayoría de los deportes el resultado depende de la habilidad de la vista para calcular la distancia, la dirección y el momento oportuno, los participantes de este posgrado realizan numerosas prácticas para optimizarla. El entrenamiento visual consiste en utilizar los movimientos oculares para enfocar la atención, controlando y orientando los movimientos del cuerpo mediante la vista. Con el tiempo, el procesamiento de la información es tan rápido que se realiza en forma no conciente.

Otro pilar fundamental en el entrenamiento cerebral del deportista es el auto liderazgo emocional. No alcanza con ser veloz física y mentalmente. De hecho, la historia de algunos deportes, entre los que se destaca claramente el tenis, da cuenta de que un inadecuado liderazgo emocional ha dejado en el camino a jugadores extraordinarios que estuvieron, incluso, entre los 10 mejores del mundo.

Otro aspecto muy importante relacionado con las emociones tiene que ver con la vida personal de los jugadores, dado que este mundo está repleto de deportistas geniales que no logaron encauzar su vida, algunos cayeron en las drogas y la depresión, y otros murieron muy jóvenes. El caso de aquellos que se han convertido en líderes populares y terminaron mal su vida, y el de otros extraordinarios jugadores que, al tener que retirarse siendo jóvenes, cayeron en depresión, es una señal de alerta que pone al entrenamiento emocional en un lugar tan importante como el físico. Partiendo de esta premisa, los participantes realizarán una gran cantidad de prácticas para vivir mejor en la actualidad y, paralelamente, generar reservas “emocionales” para el futuro. Para reforzar y ampliar conceptos, se contará con testimonios y participación de deportistas.