Fernanda Segovia tiene 58 años y empezó a estudiar Abogacía en la UAM n°168 de General Roca. A pesar de sus problemas de salud se comprometió a dejar huellas sirviendo a su comunidad.
Este año, Fernanda Segovia, se comprometió a finalizar la carrera de Abogacía, en la sede de UCASAL de General Roca, modalidad virtual, en la que Daniela Silva y Julio Rudelli son coordinadores. “Ellos siempre me están llamando, si necesito algo, si estoy bien. Siempre me proporcionan las cosas para que me sienta bien, me pasaba que no podía rendir en un aula con mucha gente o no podía subir escaleras, y ellos siempre estuvieron a disposición” comentó, “creo que es fundamental que en la sede haya personas que no te traten como un número sino que sepan quién sos”. “Además, en la universidad pública se me iba a complicar porque al tener problemas de salud no podía estar en contacto con tanta gente. La opción de la universidad virtual que para mí fue una solución”, agregó.
“A los 23 años, sin darme cuenta, me empecé a descomponer. Pensé que tenía que ver con alguna enfermedad digestiva pero tenía una enfermedad renal crónica terminal”, inició Fernanda en la entrevista. En ese momento, lo único que podía salvarla era la hemodiálisis, un tratamiento que tiene la finalidad de suplir parcialmente la función de los riñones hasta conseguir un donante.
“Cuando acepté que mi mamá fuera mi donante, yo ya no podía caminar. Nos dirigimos a Córdoba y me realizaron mi primer trasplante”, comentó. Luego de la operación, Fernada fue mejorando, iniciando su recuperación acompañada de una silla de ruedas y con el tiempo, volvió a caminar. “Siempre le decía a mi mamá que al donarme su riñón, me la volvió a dar la vida”, agregó.
“En 2003 el riñón de mi mamá dejó de funcionar. Entonces tuve que reingresar a tratamiento”, contó Fernanda. Una médica le enseñó que existe un triángulo, donde la hemodiálisis se sitúa en uno de los vértices, la DPCA (diálisis peritoneal continua ambulatoria) en otro y el trasplante en el último. “En ese momento elegí hacer DPCA en la que uno se dializa en su hogar. Después volví a ingresar en lista de espera”, relató.
“En el 2008, mi papá empezaba con un problema de salud, nadie de mi familia estaba durmiendo bien, entonces le sugerí a mi mamá que pase el teléfono fijo hacia el otro lugar de la casa y ella, muy sabia como siempre, me dijo que no, porque podía llamar el doctor Guerrero, jefe de trasplante de la unidad de trasplante de Neuquén, quien una de esas noches llamó”, recordó Fernanda. Esa misma mañana viajó a Neuquén donde tenían un riñón de un gemelo genético. Esa noche le hicieron el trasplante.
“Después de mi último trasplante, sentí que tenía que hacer algo”, comentó, “como yo no conocí a mi donante consideré que la mejor forma de agradecerle la nueva posibilidad que me dio de vivir era empezar a trabajar por la donación”. Siguiendo su corazón, en su ciudad, General Roca, realizó la primera conferencia de donación de órganos, y nunca más se detuvo.
“Un día fui a hemoterapia del hospital y cuando llegué dije: “vengo a informarme sobre médula ósea”, contó. Hoy, lleva 11 años como referente de CUCAI de Río Negro y hace 4, como dirigente de “Celebra la Vida”, una fundación que decidió crear porque no quería seguir informando y fomentando la donación de órganos sola. “Actualmente, estamos juntando fondos para comprar una máquina de aféresis para el hospital de nuestra ciudad para hemoterapia”, agregó.
“Muchas veces he tenido que suspender el tema del estudio por cuestiones de salud. Entiendo que a veces no parte de las ganas, sino de la vida que te lleva por otros lados. Eso nos pasa cuando tenemos esas problemáticas, pero la verdad es que no se deben perder la vida, deben seguir estudiando, formarse y capacitarse sin importar la edad”, comentó Fernanda. “A pesar de los años y de todo lo que nos pasa, se puede seguir. Yo espero recibirme para asesorar y acompañar a personas que quizás necesiten hacer algún tipo de trámite. A pesar de que soy grande seguí creciendo”, finalizó.